El cine en la educación funciona. Por lo menos el lenguaje de la imagen al ser universal permite ubicarlo en cualquier nivel. Y cuenta con un doble axioma: es objeto de estudio, de análisis, de reflexión, de creación al ser un medio de comunicación y, por el otro lado, es una herramienta para encontrar alianzas facilitadoras en la educación. No hay un medio más espectacular, un sitio donde los deseos se convierten y subvierten. Entonces cabe presumir que si la educación busca, como lo dice María Montessori, más que transmitir conocimientos, sino “ayudar al descubrimiento del propio ser”. Tanto el artefacto mediático como la institución escolarizante lo hacen. Salvo que el cine no tiene esa intención, pero lo consigue, la educación lo busca y a veces queda a medio camino.
John Harold Giraldo Herrera